Una marca no solo se ve: también se reconoce por cómo suena. La voz en publicidad no es un elemento neutro. Aporta tono, intención y personalidad. Refuerza valores, genera confianza y deja huella en la memoria del público.
Así pues, una locución bien interpretada no solamente convierte mensajes en experiencias, sino que además las alinea con la identidad de marca. Paralelamente, crea conexión emocional con el público objetivo.